martes, 21 de junio de 2011

Crónica de un accidente



El nueve de junio del dos mil nueve Constantino Espina fue atropellado por un auto cuando circulaba en bicicleta como todos los días. Tenía ochenta años. Tras nueve días de internación en terapia intensiva falleció.

Por Matías J. Espina

No te preocupaste. No sé bien cómo fue, yo estaba volando por los aires mientras tanto. ¿Qué habrá sido lo que pasó tan fríamente por tu cabeza? Hiciste cosas que no tenías que hacer y lo que tenías que hacer no lo hiciste, o lo hiciste a tu propósito. ¿Qué te pasó?¿Te olvidaste de tu profesión? Ah, sí, ya sé, te acordaste demasiado de eso (en ese momento).

Lástima: Sentimiento de pena o dolor que se siente por alguien que sufre o por una cosa que ha sufrido un mal. Vos no lo tuviste, yo lo tengo por vos, porque yo ya me fui, pero vos seguís ahí. Seguís ahí con tu misma cara, con tu mismo auto -ese que mandaste arreglar en seguida-, con tu mismo título facultativo, con tu mismo alma, y con tu misma reputación.

No te preocupaste. Nueve días estuve en Junín: nunca llamaste ni trataste con los míos (Llamaste, pero no a los míos). ¿Qué te pasaba? ¿Y mi bicicleta? Ah, espero que no la hayas mandado a arreglar como pareciera con sólo verla. Mi mujer la tiene en el galpón del fondo. Ella da una gran vuelta cuando sale de casa para no pasar por esa esquina. Esa esquina por la que yo pasaba todos los días, en la que me tiraste a la mierda y no te preocupaste.

Yo no estaba deprimido, es decir, estaba triste, sí, porque la muerte de mi hijo inevitablemente cambió mi vida, pero estaba con muchas fuerzas. Ayudaba a mi familia, vivía para mi mujer, mi hija, mis nietos. Los que me conocían saben que no estaba mal. Tenía ochenta años en ese momento, hoy tendría ochenta y dos y contando. Diez días de agonía y no te preocupaste.

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Fernando de Rojas y Lavalle. Dos nombres conectados por la literatura mundial. ¿Qué tendrá que ver Lavalle con la literatura? Pues, el maestro Ernesto Sabato, en su gran obra “Sobre héroes y tumbas” realizó un relato extraordinario sobre los últimos días del general Juan Galo de Lavalle, quien fuera gobernador de Mendoza y de nuestra provincia. También, de esa narración se desprendió otra que junto a la música de Eduardo Falú se convirtió en el “Romance de la muerte del General Lavalle”, donde también aparece esa historia.

"El silencio escuda y suele encubrir la falta de ingenio y torpeza de lenguas". Esta frase del escritor español Fernando de Rojas puede tener mucho sentido: lo dice todo. En Rojas, ese nombre suena a lo largo de unas cuantas cuadras, tal vez sea por el escritor, tal vez por algún general de los tiempos de la fundación a quienes algunos le atribuyen el nombre la ciudad.

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El nueve de junio del dos mil nueve, mi abuelo fue arrojado por un automóvil en una esquina de nuestra ciudad. Voló por los aires, se estrelló fuertemente contra el parabrisas y cayó con un gran contusión en su cabeza, en un frío cemento. Por esa esquina pasaba casi todos los días, estaba a una cuadra y media de llegar a su casa. Iba con su agenda, en la que anotaba los pedidos de las galletitas que luego repartimos nosotros. También, la agenda voló.

Distintas versiones corrieron sobre el accidente. Fue eso, un accidente, aunque las cosas no ocurren porque sí. En Física, Tercera Ley de Newton: “Si un cuerpo actúa sobre otro con una fuerza (acción), éste reacciona contra aquél con otra fuerza de igual valor y dirección, pero de sentido contrario (reacción)”. Él iba en una bicicleta. Lo chocó un auto. Pegó. Cayó. A los diez días murió.

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El valor moral perfecciona al hombre en cuanto a ser hombre, en su voluntad, en su libertad, en su razón. Se puede tener buena o mala salud, más o menos cultura, por ejemplo, pero esto no afecta directamente al ser hombre. Sin embargo vivir en la mentira, el hacer uso de la violencia o el cometer un fraude, degradan a la persona, empeoran al ser humano, lo deshumanizan.

Los hombres tenemos valores, por cierta formación tradicional, cultural, educativa. Pero es difícil que a esos valores todos les demos el mismo valor. Dicen que el valor moral tiene que ver con buscar la dignidad de uno mismo, pero claro, también hay que dignificar el significado de la palabra dignidad. Algunos lo entendemos de una forma, pero definitivamente otros lo hacen de otra. No sé si el equivocado soy yo, aunque en ese caso lo estaría también mi familia, y mis amigos, y gran parte de la comunidad, compañeros de trabajo, gente buena. ¿Y vos?.

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Definición de Wikipedia: “Un médico es un profesional que practica la medicina y que intenta mantener y recuperar la salud humana mediante el estudio, el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad o lesión del paciente.

La medicina atiende al ser humano de manera integral y en este sentido se pronuncia la Organización Mundial de la Salud, cuando define salud no solamente como la ausencia de enfermedad, sino como el correcto funcionamiento armónico del hombre como entidad biopsicosocial, así como el estado de adaptación diferencial de un individuo al medio en donde se encuentra, la perfección humana”. Cosas que pasan.


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Yo vivía en La Plata ese año. Tratando de superar la muerte de mi papá y sobrellevando un año duro. Tatá, así llamamos a mi abuelo (uno de ellos, el otro era el Lolo). Él nos ayudaba muchísimo en todo sentido, podrán decir barbaridades, pero yo lo conocí como abuelo y así era ejemplar. Fue sorpresiva y hasta inexpresiva mi forma de recibir la noticia. Estaba por rendir un parcial de Sociología. De pronto me encontré con “El político y el científico” de Max Weber en la mano, leyendo en la sala de espera del área de terapia intensiva del Sanatorio Junín. Al lado la novia de mi hermano se sonreía porque me distraía mucho.

Sólo diez minutos podíamos entrar a verlo. Me decían que estaba desfigurado. Traté de no pensar y entré. Creo que un minuto me bastó. Había más gente, era una sala grande y Tatá estaba en la última cama contra la pared. No podría describir la sensación que tuve al verlo, porque la ansiedad la tenía desde que entré a la sala a lavarme las manos con alcohol en gel, pero cuando llegué junto a su cama, su respirador y todas esas cosas que tenía ahí, sólo pensé en transmitirle mis fuerzas de alguna forma y con la mirada perdida salí.

Volví a La Plata. En el parcial me fue bien, aunque el final lo aprobé este año. Un mediodía me avisaron que tenía que volver a Rojas, traté de conseguir para volver rápido y no pude, llegué tarde, al igual que él ese día, al igual que para despedir a mi papá, al igual que con el Lolo.

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Accidente, sí, accidente. Pero cuando pasan cosas así las personas somos personas (unos cuantos somos así). Me pasás por al lado y no puedo mirarte, me causa rechazo. Te cruzo en otra ciudad cuando justo es esos días en los que no te podés ir de Rojas ¿Qué cosa, no? A dos años de la muerte de mi abuelo, muchos lo recordamos con su mejor imagen, lo extrañamos, pensamos el él. Espero vos pienses en él el resto de tu vida, no por lo que pasó, sino por lo que no pasó.

No te juzgo, te reclamo, aunque ya es tarde. Hoy pienso en él, en ellos, y nunca voy a olvidarlos porque son parte de mí, porque están en mí. Ahora el problema no está ni en mí ni en los nuestros. Gracias por todo Tatá, nosotros te extrañamos y te queremos.


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