domingo, 25 de julio de 2010

Recuerdo


No te conocía. No sabía de tu existencia. No sé cómo fue, pero apareciste. Un día te acercaste y me dijiste hola y me hiciste una pregunta, te contesté. Esa tarde quedó guardada en mi retina (por otras cosas). Fue la primera vez que hablamos y a los días ya me saludabas por la calle. No sé cómo fue, pero apareciste. Tu nombre apareció por ahí, descubrí quien eras, que existías: me sorprendí. Con vos aparecieron más. Me incentivaste, creo que quería acceder y accedí. No me arrepiento. Todo se fue dando. Demasiado lindo. Demasiado. La confianza es un defecto/virtud de los hombres sociales. Después de los años de vacas gordas vienen los de vacas flacas, sentí una gran decepción. El olvido es algo que es muy extraño en mí, por eso mi mente siguió recordándote, y cuando me atreví a pasar de página, el tiempo y la desgracia te volvieron a poner en mi camino. Esta vez al camino lo sembré yo y vos accediste. Fueron muchas más cosas buenas. Muchas. Pero la desconfianza comenzó a crecer, no sólo en mí. Y sucedió. Aunque nos entendíamos bien, excelentemente bien. Me conocés como se conoce a un hermano. Y un día volviste a decepcionarme. Ya no sé si te conocía. No te conocía. No te conozco. Venís y te vas. No vuelvas más: recuerdo . No quiero conocerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario